viernes, 18 de abril de 2014

GGM

Es verde, de tapa blanda y está forrado con plástico transparente, probablemente alguno de mis hermanos mayores lo llevó al instituto en alguna ocasión, aunque no creo que en esos momentos ninguno se lo hubiera leído. Yo tenía doce años y leía sin parar, a todas horas, todo lo que cayera en mis manos. Supongo que me llamó la atención la palabra soledad, en aquel entonces, en plena adolescencia, me sentía sola con frecuencia (no creo que nunca lo estuviera, pero ya sabéis cómo son esos años) Leí la primera frase, esa famosísima primera frase y la última, y toda la curiosidad del mundo se apoderó de mí ¿qué le había pasado a esa estirpe condenada a cien años de soledad?... Y lo empecé, y cuando Rebeca, loca de amor, comienza a comer tierra... un fuerte desasosiego me hizo dejarlo, quizás este libro no es aún para mi, pensé.
Pero me siguió llamando desde la estantería del salón, y en el verano de mis trece años volví a cogerlo y esta vez no paré, me bebí toda la historia de Macondo y los Buendía, nunca necesité guía de personajes ni esquemas para no perderme entre tanto Aureliano. Y me lo volví a leer tantas veces que ya he perdido la cuenta. Fueron cayendo otros títulos legendarios, Ojos de Perro Azul, La Hojarasca, El Amor en los Tiempos del Cólera, Noticia de un Secuestro... Si le hago caso a la Wikipedia, creo que he leído prácticamente todo lo que ha escrito. 
Ahora ya no está, su último libro Memoria de mis Putas Tristes, fue inicialmente una decepción, sólo cien páginas, pensé. Pero es todo un ejercicio de como se puede escribir maravillosamente prescindiendo de todo lo superfluo, cada palabra es perfecta.
Siempre digo que yo, de mayor, quiero escribir como Gabriel García Márquez. No se preocupen, soy plenamente consciente de que es imposible.
Descanse en Paz.

1 comentario:

  1. Muy bonito, Cristina. No tengo muchas palabras más.descanse en paz

    ResponderEliminar