miércoles, 8 de abril de 2015

El mejor

Ayer fue un día triste. Despedimos a un compañero de trabajo al que se le acababa el contrato. No era un ERE, ni un despido, todos sabíamos que su trabajo con nosotros tenía fecha de caducidad. Es lo que tiene trabajar en una empresa pública, entras como temporal y da igual lo bien que lo hagas, lo bueno que seas, lo mucho que lo merezcas. Cuando se acaba, se acaba y no hay forma de remediarlo. Sobre todo si eres un simple administrativo.
Tengo ya unos pocos años de experiencia laboral a mis espaldas y he despedido a muchas personas, con más o menos pena, a veces hasta con alivio. Lo que hace especial la despedida de ayer es cómo era él. Una persona honesta, trabajador, inteligente, generoso. Cuando me incorporé a la empresa, hace ya más de tres años, me acogió y me enseñó. Sin él todo habría sido mucho más difícil y probablemente no habría conseguido ni la mitad. Tiene sentido del humor, es paciente (hasta me ha aguantado a mi), nunca se escaqueaba de nada. Ha sido mi cómplice, mi apoyo, mi maestro. El mercado laboral está como está. La política actual es cargarse el empleo público a costa de no cubrir vacantes con nuevas convocatorias. Sinceramente, no sé lo que le espera ahí fuera. Solo espero que sea verdad esa máxima que tantas veces me han repetido de que el tiempo pone a cada uno en su lugar y pronto encuentre lo que se merece más que nadie. Mientras, lo que nos hemos quedado seguiremos adelante, huérfanos del mejor compañero. Ojalá.

lunes, 9 de febrero de 2015

Si me paro no me levanto

Con esa sensación voy por la vida últimamente. No se si es por la gripe, o porque el otro día me caí en plena calle y me eché abajo la rodilla, o quizás porque en el trabajo me siento como si andara por arenas movedizas. El caso es que voy de un lado a otro como las locas porque tengo miedo de dejarme caer en el sofá y no volver a salir, en años.
Valeeeee, estoy exagerando, pero sólo un poco. La sensación de ir zombi de casa al trabajo, del trabajo a casa, de casa al ballet, del ballet a la academia, de la academia al ballet, del ballet a la compra, del supermercado a casa, guarda, cocina para mañana, baño, pijama, deberes, cena, gotas en los ojos, cremita que pica mucho, cuento, caricias,no te vayas, no me voy, no tengo sueño, cierra los ojos... Y al fin, sofá, edredón y un capítulo de una serie que casi nunca ves acabar ¿otra vez te has quedado dormida? Y a las dos de la mañana te despiertas sola y helada y te atrrastras escaleras arriba hacia un insomnio poco productivo que me llevará inevitablemente hacia ese momento terrible en que suena la alarma en lo mejor del sueño. Y volvemos a empezar.
Seguramente estoy describiendo la rutina de un montón de madres. No me siento precisamente única. Mi generación navega entre las borrascas de la culpabilidad y las calmas de la autocompasión. Somos así. Alguien nos metió en la cabeza que teníamos que llegar a todo y nos lo hemos creído a pies juntillas. Pues bien, esta imperfecta madre se va a terminar su copa de vino y se va a tirar en el sofá. ¡Ahí me las den todas! Buenas noches.

martes, 13 de enero de 2015

Un poco de política

"El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas."
¿Quién creéis que dijo eso? ¿Pablo Iglesias, Rosa Diez, Albert Rivera? Frío, frío.. es un poco más antiguo. Concretamente de 1933 y es una frase extraída de un discurso de José Antonio Primo de Rivera. ¿Quiero decir con esto que Podemos, UPyD y Ciutadans son fascistas? Para nada. Pero no puedo dejar de pensar que una persona que quiera dedicarse a la política debe, al menos, saber definir su ideología. Porque la política es, por encima de todas las cosas eso, ideología. Uno defiende unas ideas políticas porque defiende una forma de entender el mundo. Si crees en las políticas sociales, en la igualdad, en el reparto de riquezas mediante un sistema impositivo justo, en que los servicios esenciales como educación y sanidad (y no sólo esos) deben permanecer en manos públicas, eres de izquierdas. Si crees en los mercados, en la no intervención del estado, en la bajada de impuestos, en el individualismo frente a colectividad, que la gestión privada de los servicios es mejor que la pública, eres de derechas. Es fácil, es básico.
Me gustan muchas de las propuestas de Podemos, pero me ponen de los nervios cuando sus lideres empiezan a marear la perdiz y a tratar de ser moderados, de centro (como si el centro político no fuese una entelequia), en vez de respetar el intelecto de aquellos que, hartos del sistema actual, pensamos que debe haber otra forma de hacer las cosas. Y si hay algo que me hace plantearme y replantearme la posibilidad de darles mi voto, es precisamente esa maldita frase del no ser ni de izquierdas ni de derechas, porque yo soy de izquierdas y, obviamente, quiero que mi mundo lo dirijan personas de mi misma ideología.
Lo siguiente que me preocupa es que personas capaces de hacer una entrevista tan insustancial como esta:
http://www.elmundo.es/andalucia/2015/01/12/54b3b7ef268e3e7c228b4578.html hayan sido las elegidas para liderar esta formación en el ámbito local. Una persona que quiera dedicarse a la política en la que yo creo, no puede dejar de responder de forma clara y contundente, no puede dejarse llevar por las preguntas trampa y dar un titular tan fácil a aquellos que quieren deslegitimar todo intento de hacer las cosas de forma diferente. 
Estamos en año electoral y quiero, no quiero no, NECESITO, que los de siempre abandonen el poder, pero mal vamos, mal vamos.