martes, 30 de septiembre de 2014

La Entrevista

Al final ha sido por teleconferencia, una cámara muy moderna que enfoca automáticamente a quien habla (que no se diga que en mi empresa no contamos con los últimos adelantos), con la forma del Enterprise, presidía la mesa de mi jefa. En el ordenador, una señora a la que no había visto nunca y en una silla de cortesía, servidora, con el maquillaje puesto, los nervios bien tragados y tratando de soportar mi escasa fotogenia en el monitor sin salir corriendo. 
La entrevista, paso previo para un posible ascenso, es de esas de "incidentes críticos", que viene a ser un montón de preguntas sobre los conflictos que has tenido en tu vida y cómo los resolviste. En resumen, una paranoia. Me he definido como consecuente y leal... Los dos primeros adjetivos positivos que he logrado pensar, porque claro, lo primero que se me ha pasado por la cabeza cuando me han pedido que me describa en tres adjetivos ha sido: impulsiva, paranoica y gorda... y claro, eso no viste bien en una entrevista de trabajo. Me hubiera gustado decir divertida, abierta, inteligente (al menos tonta del todo no soy), amable, cariñosa... Pero nada de eso me ha venido a la mente, así que he soltado: consecuente, leal y...¡culta! Para matarme.
Luego todo ha transcurrido del modo habitual en el que transcurren las entrevistas de trabajo, preguntas con doble sentido, respuestas tratando de dar la mejor imagen de mi misma... Y, cómo no, la consabida referencia a mis "cargas familiares". A esa pregunta yo siempre tengo ganas de contestar al estilo gallego con un "¿Le preguntarías esto a un hombre?", pero me contengo pues sé muy bien que no es lo que esperan de mi. Esperan un mis hijos no me van a necesitar porque tienen a su padre, que no es lo que pienso, que no es lo que deseo. Mis hijos me necesitan del mismo modo que necesitan a su padre. Porque no es normal que para conseguir un ascenso tenga que vender mi alma, mi tiempo libre y mi familia. Porque si se cumpliera el horario establecido yo estaría en casa a una hora más que decente, pero se me está indicando de antemano que ese horario nunca se va a cumplir y se duda de que, en mi condición de madre, sea capaz de soportarlo. Se dice que la igualdad está ya conseguida, que el feminismo no es necesario, por favor hombres que me leéis, contestadme ¿alguna vez os han preguntado por vuestras "cargas familiares" (las comillas son porque el término me parece tremendo en sí) en una entrevista de trabajo? Voy más allá ¿alguna vez habéis tenido que poner en una balanza, como tantas mujeres de mi generación, vuestra vida profesional y la familiar? ¿Alguna vez habéis sentido culpabilidad al llegar tarde a casa? Me temo que la respuesta será no en al menos dos de las tres preguntas y mientras nosotras, con la culpa grabada a fuego, salimos al mundo laboral a justificarnos una y otra vez. 
No sé si conseguiré el ascenso, no sé si merecerá la pena. Seguiremos informando

miércoles, 10 de septiembre de 2014

El teléfono estropeado

¿Os acordáis de ese juego en el que ibas contando una historia de uno a otro y el resultado final no se parecía en nada a la historia original?
Pues en la prensa ocurre más o menos lo mismo.
El pasado domingo mi madre se vio envuelta en un accidente con un vecino (un prenda),que al parecer está muy molesto, puesto que se autodefine como racista y orgulloso de serlo (SIC), con el color de piel de mi hijo y de mi sobrino. Este supuesto ser humano, intentó agredirla sin mediar palabra ni motivo en la piscina de la urbanización y cuando estaba sola (me refiero a sin ninguno de nosotros alrededor). La cosa no pasó a mayores porque intervinieron el socorrista y algunos vecinos, se llamó a la policía y tras el correspondiente follón se lo llevaron. 
Un disgusto sin mayores consecuencias, quitando el cabreo, el mal sabor de boca y la sensación de que el niño no va a estar seguro en la urbanización mientras este tipo siga allí.
Como soy de tecla rápida, puse un tweet sobre lo ocurrido: 

s.XXI intentan agredir a mi madre, motivo, tiene dos nietos negros y ellos están orgullosos de ser racistas.
Un periodista se puso en contacto con nosotros y terminó publicando esta historia, que, con algunos matices, se ajusta bastante a lo que pasó:
Pero de repente, ayer, me encuentro con esto en Europa Press:

Y esto en el Diario de Cádiz:


Y luego se quejan de que el periodismo está en crisis... ¡Ay!