lunes, 27 de enero de 2014

Dudas existenciales

No dejo de darle vueltas a dos cosas, una, ¿cómo podemos como sociedad seguir aguantando tanta infamia? y dos, ¿qué puedo hacer yo?
La respuesta a la primera pregunta es difícil, supongo que en estos momentos habrá cientos de sociólogos y otros expertos haciendo estudios muy complicados en los que tratarán de definir el punto máximo de aguante de la sociedad española, cuánto más se nos puede provocar antes de que saltemos como un resorte y quememos las calles (como mínimo). Seguro que muchos de esos expertos estarán bien pagados por los poderosos, que necesitan tener cierta seguridad para seguir exprimiéndonos como un limón, machacando nuestras libertades, destrozando nuestras esperanzas, con el único y sagrado objeto de obtener el máximo beneficio económico. Me los imagino, a esos poderosos que se esconden tras eufemismos como los mercados, llamando por teléfono a su experto de guardia: oye, Fulano, que hemos pensado que si podríamos bajar los impuestos a las obras de arte, y subirlos a los libros, los pañales y las compresas... Y a la luz y el agua, no se vayan a acostumbrar a estar calientes en invierno y limpios... ¿Crees que entonces saltará la revuelta? Y Fulano, muy serio y pensando en su cheque: No, Don... según mis estudios hasta que no comiencen a aplicar el derecho de pernada todo se reducirá a cuatro locos en la calle, para su beneficio, en un 95% pacifistas, y un trending topic en twiter.
Y ahora viene la pregunta peliaguda, ¿qué puedo hacer yo? ¿Unirme a las muchas mareas? ¿Cambiar mi foto de perfil en wassap? ¿Quemarme a lo bonzo? ¿Irme yo sola a la calle con una cacerola y una pancarta? La primera es la única que me convence... ahora solo espero que esta Andalucía mía se mueva un poco, más que nada porque las manifestaciones con gente son más divertidas.

P.D: La marea blanca ha obtenido una gran victoria. Esperemos que sólo sea el principio.

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